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lunes, 3 de noviembre de 2014

Tus fotos entre mis maletas. Sharon.


Extraño sus caricias, sus besos, su respiración. Extraño como hacía de mi vida toda una melodía, me hacía pintar, escribir, cantar,  lograba hacer de mi alma toda una bailarina. Contar cada estrella sin cansarme, tocar para él y cantar para él. Tan poco tiempo permaneció aquí dejando toda una eterna sensación de sudoración sin nadie que me secase, todo un mundo a solas.

Encendí las velitas a solas en mi habitación esperando por un milagro que salvase mi alma, tirada en el suelo sin esperanza alguna estaba dispuesta a morir. Cansada de la vida, cansada de los golpes, cansada de tantas mentiras, y cansada de tener que respirar para un mundo tan egoísta como este… recordé que en mis maletas tenía unas viejas fotografías, fue aquel último viaje que hice con él. Ya luego no supe de su paradero; quise continuar armando mi mundo a solas con mis propias manos pero ya no pude más al ver lo lastimadas que estaban, sangrando y con poco oxígeno. Deje que todas las soberbias de la vida me consumieran, me arrugaran y me volvieran vieja. Todas esas copas de la que compartimos ahora están guardadas, sin uso y empolvoradas. Los álbumes de fotografías están vacíos porque me dedique al recuerdo. Me ato. Me hizo su esclava, no supe vivir, me volví una amargada para la humanidad, y este término por cansarse de mí… estuve dispuesta a vivir pero solo si estaba su lado dejándome vencer como una estúpida y cobarde de todas las pruebas. Veía mi muerte como el camino que siempre quise, la aventura que añore por años, era como leer las líneas más reconfortantes del universo, me llenaba de paz, me sentía tranquila y no me dolía para respirar.


Mis días se convertían cada vez más largo y ya estaba aburrida de observar las mismas paredes, encerrada y adolorida como si un camión hubiese pasado sobre mí. Nadie me visitaba así que me ponía por la ventana a observar a los niños jugar allí afuera, llenos de energía y con muchas ganas de vivir, -supongo-. Las cenas las hacía para dos aunque al otro plato nunca le puse comida aun así los terminaba lavando, la gente pensó que yo estaba loca, y no. Estaba realmente consiente de que accedí a vivir así, con los parpados caídos, con el alma quebrada y con el corazón solo para latir, que las noches oscuras eran el mejor lugar para mi así no tendría por qué existir para el mundo, y en los días me escondía.

De joven solía amar la vida, solía amar los grandes mundos que la tierra posee, llena de viajes por todos lados y una foto en cada lugar. […] ahora apenas salgo de mi cuarto a contar mis pasos y escuchar mi respiración.

Pintaba mis uñas de negro y esperaba a que se secaran, luego me iba a sala y encendía la radio en la estación de siempre porque colocaban la canción que a mi marido le encantaba, imaginaba que era el cantándome a mí, tomaba los pinceles y formaba grande retratos que hablaban por sí solos, hoy todo eso es un recuerdo y parecer ser como si fuera una belleza negra, con ganas de brillar, de hablar y de salir al mundo. Le corte sus alas desde el día en que él se fue. Sin avisar, sin un adiós, nunca entenderé el precio de vivir, tan tonto, tan egoísta, tan doloroso. Ahora solo soy una vieja que cuenta sus secretos a la suciedad, a las cucarachas, esa vieja que por las mañanas calienta el mismo café del día anterior por que no basta conmigo misma, sola, abandonada, sin vida. Pero viviendo.

Supe que no fue por mucho tiempo que compartimos juntos, que quizás entregue mucho y de más. No lo sé, ya no hay tiempo para devolverme fue como si las corrientes de agua me arrastrasen a lugares que no he querido estar, pesadillas, lagrimas por días, me perdía, me quemaba, me ahogaba. De no soportar porque no sabía que sucedía, o que estaba pasando. El mundo en contra de mí y la vida quitándome el aire.

La primera vez que vi en mi cabeza un cabello blanco supe que mi tiempo comenzaba a retroceder y no me importo. Prefería contar cada palabra, prefería recordar cada lugar por donde camine, recordando el campo, sintiendo el frio y el sabor de las frutas entrando en mi boca; nadie me despertó porque eran las noches en las que todas esas cosas volvían, despertando bañada en lágrimas, golpeada y con poca luz, quede atrapada y nunca Salí.

Alguien después de tanto tiempo se apiado de mí y me visitaba constantemente. Era un pequeño niño de piel blanca y cabellos de oro, ojos brillante y el sonido de su sonrisa era tan relajante que le preparaba galletas como forma de regalo, era un niño de mente muy abierta y me decía que la aventura más loca y grande para el seria amar de verdad a una mujer. Yo le respondí que: “Estar enamorada y amar a alguien es la aventura más bonita de la vida, llena de emociones y sensaciones, de mundos y lleno de retos”. El me pregunto: ¿Por qué retos? Le respondí: - Retos de la vida, esos donde si eres capaz de continuar y luchar con cada marea y no soltar la mano de quien amas. Le sonreí y le di una palmada y fui por sus galletas. Al regresar observe que estaba husmeando en mis maletas y me pregunto ¿Quién es él? ¿Te vas de viaje?... No supe que responderle así que fui por la verdad. Le dije que era mi marido y estaba esperando que regresara. El con una voz suave supo responder lo que siempre he querido escuchar –El vendrá por ti-


Sabía que él nunca volvería y que ha pasado mucho tiempo como para que lo hiciera, las tormentas no me asustaban, los rayos iluminaban mi viejo apartamento, el frio comenzaba a reventar mis huesos y todo se volvía a repetir; cada pesadilla, cada esperanza, era tan estúpida que aun creía que la esperanza salvaría de mí. Estaba enferma a punto de morir, con pocos días así se suponía, no podría esperar más, no podía quedarme más ahí en mi cama, no podía seguir escuchando mi corazón latir y ver como mi piel terminaba de perder su brillo, mi cabello ya era todo de blanco, mis ojos ya no sé qué decían, mis dientes estaban opacos y olvide sonreír. Esta enfermedad fue letal acabo conmigo dejándome morir. Estaba enferma de amor.


Sharon fue encontrada sin vida un viernes por la tarde, dentro de sus maletas se encontraron fotografías de su esposo, nunca nadie supo de él, era una mujer llena de muchos secretos por lo que la gente no se acercaba a ella. Solo el niño y no volvió más. Sharon tenía un futuro exitoso con la pintura pero nunca lo dejo florecer.


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