Rosarios en mis manos
levantando mi mirada
creyendo en la existencia de lo inhumano
y dudando de la decencia.
[...]
La élite sin igual
las
luces tan brillantes, mis ojos parpadean
la
música suena, el sudor corre, el licor se liga…
nada
se detiene. ¿Por qué hacerlo? –Pregunte
callado,
abrumado y perdido
sucio,
amordazado, escupido y acabado
dude
de las buenas cosas de la vida y le maldije
tanto
que quebré mis manos al golpear el asfalto.
Escribo
como un vagabundo
sin
miedo y despacio,
escribiendo
de lo que siento y sin poblado
porque
no son colores si no dolores
Me siento tan triste como una canción
tan lenta y con grandes pensares
sentado aquí volviendo atrás y odiando
todo...
odiando mi camino y envidiando el de
otros
sin escuchar disculpas si no maldiciones
sintiéndome uno más. Un vacío pero un
relleno
sin motivos que hacen dudar de mí.
En la misma calle me creo nada. Excluido
ni siquiera respirar se convierte en
alivio;
imaginar no es soñar. Solo imaginar
como una página en blanco.
Apaciguar cada lagrima convirtiéndola en
letra
y cada respiro en una buena esperanza
no soy el fuego que quema todo...
...si no el agua sucia de la que nadie toma
El siempre no tiene significado si nadie
lo cumple
y si lo logras, siempre será lo mejor que habrás hecho.
Si conviertes el deseo en pureza, no existirá odio alguno—
El deseo que no se cumple.
Las caricias incumplidas.
Los besos que no se cuentan.
El tarareo.
Y mis ejemplares se riegan como el agua en un jardín
Y mis ejemplares se riegan como el agua en un jardín
[…]
Autor: Alejandro Sequera.
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